
Historia y Localización
En 2014 tuve la oportunidad de pasar brevemente por el Parque Nacional de los Arcos (EEUU, Utah) y, a pesar de visitar únicamente una parte del parque, me quedé pasmado con estos caprichos de la naturaleza. Por aquel entonces hacía fotografías con una cámara compacta y, principalmente, cuando viajaba al extranjero. Me negaba a llevar una reflex en la mochila, ya bastante tenía con mi equipaje como para preparar tal cantidad de cachivaches “sólo para hacer fotos”. Al igual que yo, cientos de turistas buscaban una bonita foto de recuerdo en la que salir solos, algo prácticamente imposible de conseguir a plena luz del día. Por el contrario, las posibilidades se multiplicaban al caer la noche, cuando todo estaba mucho más tranquilo, pero, entonces, una pequeña y manejable cámara compacta no era capaz de reflejar esa belleza que tenía ante mí. De allí me marché con esa espinita clavada, sin saber, en aquél entonces, que tendría oportunidad de resarcirme.
Todo cambió en 2016 cuando mi padre me regaló su vieja reflex y descubrí ante mí un mundo que no había querido ver antes. Durante el posterior proceso de aprendizaje, siempre había tenido en mi memoria aquellas imágenes y, por suerte, el pasado año pude volver a reencontrarme con este parque. Se presentaba ante mí una segunda oportunidad y no iba a desperdiciar la ocasión de traerme en las tarjetas de memoria las fotos que años atrás no pude.
Planificación
Tras realizar algunas fotos al atardecer por la zona, fui al coche a buscar el flash y los geles de colores. Tenía claro que quería inmortalizar este gigantesco arco de piedra, cuyo brazo más grande tiene 45 metros de largo y 32 de altura.
Ejecución
Con la ayuda de los frontales, conseguí encuadrar la imagen y comprobé el resultado de la composición con disparos de prueba a ISO 6400, f/2.8 y 30s. Realicé varios disparos con encuadres distintos hasta dar con uno que me gustara. Apague la cámara, mientras colocaba las pilas y el gel CTO (Color Temperature Orange) en el flash, así la cámara se enfriaba un poco después del calentón de varias exposiciones continuadas.
Quería darle dimensión a la foto, por lo que acompañé a mi mujer, Rocío, hasta un punto algo elevado pero sin riesgos de caídas. Configuré f/8 para obtener la mayor nitidez posible y el efecto sun star de la linterna, 60 segundos e ISO 1600 con un balance de blancos de 3600K. Le indiqué a Rocío que encendiera la mini maglite y le quitara la capucha. Puse el disparador retardado a 2 segundos y comencé a dar pequeños toques de flash a 1/16 de potencia lo más lateral posible a las paredes de piedra para sacar toda la textura posible. En la siguiente imagen se pueden ver unas posiciones y direcciones aproximadas de los 4 toques de flash.
Tras este primer disparo, veo en la imagen final que Rocío sale algo trepidada por esos 60 segundos de exposición, por lo que decido bajar a 30 segundos a pesar de tener que duplicar el ISO y, por consiguiente, duplicar el ruido.
Edición
Un revelado básico en Lightroom de color y luminosidad, junto con correción de lente y aberración cromática. Posteriormente, paso a Photoshop y corrijo de manera localizada (con máscaras de luminosidad) la parte del primer plano y la parte izquierda del arco, para dar homogeneidad a la iluminación.
No quiero finalizar sin antes agradecer la compañía incombustible de mi compañera de aventuras: Rocío.
Espero que os haya gustado el resultado o, al menos, os entren ganas de conocer el parque.


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