Siempre me ha gustado hacer fotografías, fotografiaba cualquier cosa, ya fueran animales, insectos, plantas y curiosidades que me encontraba en mis paseos a pie o en bici por los montes de mi zona, pero principalmente me atraía el paisaje. Aún recuerdo cuando en 2001 convencí a mis padres para que compraran de segunda mano la primera cámara digital que entraba en casa, una cámara compacta sin zoom, con modos automáticos y  semiautomáticos.

Desde 2001 han pasado por mis manos al menos media docena de cámaras compactas, más modernas, con mejores rendimientos, mejores características pero todas compactas. Me negaba a llevar una reflex en la mochila durante mis viajes, ya bastante tenía con el equipaje.

Todo cambió en el verano de 2016 cuando mi padre me regaló su vieja reflex, una Pentax K200D y descubrí ante mí un mundo que no había querido ver antes. Pasé de negarme a llevar una cámara Réflex a llevar un mochilón que en algunos ocasiones supera los 21 Kg, con dos cuerpos, varios objetivos y mucha cacharerría. No tengo ninguna duda que fue entonces cuando me picó el gusanillo y el veneno se apoderó de mí (quizás un safari por África también tuvo algo que ver), comenzando así una carrera de fondo que a día de hoy aún mantengo, en la que el afán por mejorar mis fotografías y aprender el inmenso mundo del procesado digital me ha llevado a ser algo obsesivo, ocupando la mayor parte de mi tiempo libre.

Si te gustan estas fotos te animo a que contactes conmigo si estás interesad@ en alguna y te daré todos los detalles.

También puedes seguir mis pasos a través de las redes sociales y preguntarme cualquier duda técnica sobre ellas, ¡intentaré ayudarte todo lo que pueda!.